Nueva ola de movimientos sociales post-pandémicos: El comercio internacional como víctima colateral
Si bien las restricciones vinculadas a la pandemia del COVID-19 frenaron el resurgimiento de los movimientos sociales, una nueva ola se vislumbra en el horizonte. Se espera que el resurgimiento de las protestas masivas, que ya eran fuertes desde 2017, principalmente en los países emergentes, se acelere de nuevo debido al deterioro sin precedentes de los indicadores socioeconómicos.
Tras la crisis, el indicador de riesgo social y político de Coface, que tiene en cuenta estos criterios socioeconómicos, alcanzó un máximo histórico del 51% en todo el mundo en 2020 y, en particular, del 55% en los países emergentes. Las presiones sociales han aumentado en algunos grandes países emergentes de Asia, como Malasia, India, Tailandia y Filipinas, así como en países del norte de África, como Argelia y Túnez.
Varios países de Asia, América Latina, África y Europa del Este ya han entrado en esta nueva ola de protestas, alimentada por factores sanitarios, socioeconómicos y políticos.
Estos movimientos sociales tendrán un impacto en la actividad económica de los países afectados, incluso en su comercio exterior. Estimamos que un movimiento social masivo tiene, en promedio, un impacto negativo especialmente pronunciado y permanente en las exportaciones de bienes del país afectado. Durante el año del movimiento, éstas se sitúan, en promedio, un 4,2% por debajo de su potencial estimado. La diferencia sigue siendo considerable durante los tres años siguientes, ya que se mantienen entre un 6,3% y un 8,9% por debajo. El impacto sobre las importaciones es más débil y transitorio.
Es probable queel impacto sobre el comerciovaríe mucho en función de la forma de estos movimientos sociales: su persistencia e intensidad resultan ser determinantes. Nuestros resultados también sugieren que el impacto depende de las demandas del movimiento. Las protestas que incorporan demandas socioeconómicas -por lo tanto, más probables de surgir después de la pandemia- tienen, en promedio, efectos más duraderos y severos. Tres años después de la crisis, las exportaciones y las importaciones siguen estando un 20,7% y un 5,6% por debajo de su nivel potencial, respectivamente. Además, el limitado espacio de políticas disponible en los países emergentes después de la pandemia para limitar los efectos del malestar social en el comercio podría amplificar este fenómeno.
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